FERNANDO BOTERO
(Medellín ‐ Colombia, 1932)
Pintor, dibujante y escultor colombiano, en el que la monumentalidad, el humor, la ironía y la ingenuidad se combinan con un admirable dominio del oficio y gran talento. Nacido en Medellín en 1932, inicia su actividad artística en 1948 como ilustrador de un periódico al tiempo que participa en su primera exposición conjunta. Tres años más tarde celebra su primera muestra individual en Bogotá. En 1952 viaja a España y estudia en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, mientras analiza la obra de Velázquez y Goya en el Museo del Prado. En Florencia estudia el fresco, en México contacta con Rufino Tamayo y José Luis Cuevas, en 1960 se instala en Nueva York y en 1973 fija su residencia en París.
En principio sus obras revelan cierta admiración por el muralismo mexicano y la pintura del renacimiento italiano, pero más tarde estas influencias van desapareciendo a favor de un personalísimo estilo, en el que las figuras engordan y se deforman hasta cubrir el lienzo. Los cuadros de esos años denotan la influencia del surrealismo. La historia del arte, la vida burguesa, la cultura colombiana y los personajes históricos constituyen a lo largo de su carrera las principales fuentes de inspiración, de una dilatada y variada producción en la que abundan paisajes, retratos y escenas costumbristas. Sus primeras pinturas muestran una pincelada suelta y concreta, pero poco a poco ésta se empasta, al tiempo que las perspectivas y las figuras se hacen arbitrarias en función de la importancia que tengan en la representación. Óleo, acuarela, pastel, sanguina o lápiz son manejados con gran destreza a lo largo de su obra. Botero emplea la gordura como base de una cariñosa burla para comentar ciertos aspectos de la vida. La misma voluptuosidad e ingenuidad que caracteriza su pintura, se encuentra en la escultura cuya producción se inicia en París en 1973 que trata en su mayor parte de figuras y animales de tamaños grandiosos y desproporcionados de gran singularidad realizados en bronce, mármol y resina fundida. El tratamiento exagerado en sus proporciones de la figura humana es hoy una de las características inconfundibles de su obra.
Su trabajo está presente en las más importantes colecciones públicas y privadas de todo el mundo: el Metropolitan, el MOMA y el Guggenheim en Nueva York, el Hermitage en San Petersburgo, el Museo de Arte Moderno en Bogotá, la Pinacoteca de Múnich o el MACBA de Barcelona. También se pueden contemplar sus esculturas en espacios al aire libre como Montecarlo, Madrid, Tokio, Singapur o Bogotá.
Pintor, dibujante y escultor colombiano, en el que la monumentalidad, el humor, la ironía y la ingenuidad se combinan con un admirable dominio del oficio y gran talento. Nacido en Medellín en 1932, inicia su actividad artística en 1948 como ilustrador de un periódico al tiempo que participa en su primera exposición conjunta. Tres años más tarde celebra su primera muestra individual en Bogotá. En 1952 viaja a España y estudia en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, mientras analiza la obra de Velázquez y Goya en el Museo del Prado. En Florencia estudia el fresco, en México contacta con Rufino Tamayo y José Luis Cuevas, en 1960 se instala en Nueva York y en 1973 fija su residencia en París.
En principio sus obras revelan cierta admiración por el muralismo mexicano y la pintura del renacimiento italiano, pero más tarde estas influencias van desapareciendo a favor de un personalísimo estilo, en el que las figuras engordan y se deforman hasta cubrir el lienzo. Los cuadros de esos años denotan la influencia del surrealismo. La historia del arte, la vida burguesa, la cultura colombiana y los personajes históricos constituyen a lo largo de su carrera las principales fuentes de inspiración, de una dilatada y variada producción en la que abundan paisajes, retratos y escenas costumbristas. Sus primeras pinturas muestran una pincelada suelta y concreta, pero poco a poco ésta se empasta, al tiempo que las perspectivas y las figuras se hacen arbitrarias en función de la importancia que tengan en la representación. Óleo, acuarela, pastel, sanguina o lápiz son manejados con gran destreza a lo largo de su obra. Botero emplea la gordura como base de una cariñosa burla para comentar ciertos aspectos de la vida. La misma voluptuosidad e ingenuidad que caracteriza su pintura, se encuentra en la escultura cuya producción se inicia en París en 1973 que trata en su mayor parte de figuras y animales de tamaños grandiosos y desproporcionados de gran singularidad realizados en bronce, mármol y resina fundida. El tratamiento exagerado en sus proporciones de la figura humana es hoy una de las características inconfundibles de su obra.
Su trabajo está presente en las más importantes colecciones públicas y privadas de todo el mundo: el Metropolitan, el MOMA y el Guggenheim en Nueva York, el Hermitage en San Petersburgo, el Museo de Arte Moderno en Bogotá, la Pinacoteca de Múnich o el MACBA de Barcelona. También se pueden contemplar sus esculturas en espacios al aire libre como Montecarlo, Madrid, Tokio, Singapur o Bogotá.